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El acorazamiento y el entierro del SER

“Me siento presa en la cárcel que yo sola he construido para mí misma”. Recuerdo haber escrito esta frase en algún momento de fuerte insight durante mi proceso de indagación personal.

¡Y cómo no sentir malestar, si hemos enterrado nuestros deseos, pasiones, sentimientos, impulsos, nuestra necesidad de sentir placer, nuestra necesidad de amar y ser amados incondicionalmente…¿Quiénes somos?

Eso sí, tenemos compensaciones. La gloria del que gana, las medallas y los reconocimientos, los logros laborales, los bienes materiales, el confort, la constitución de la familia, las buenas acciones,  ensalzan a nuestro ego, pero,

¿en verdad dan satisfacción al SER humano?

¿en verdad, sacian el deseo de bienestar?

¿estremecen, colman, nutren nuestro SER?

¿o son sucedáneos para engordar el ego que necesita su espacio y su volumen para mantenerse?

La autoafirmación del ego de la que tanto se habla, finalmente sirve para adaptarnos al medio hostil pero también nos mantiene en la soledad individual y fáctica en la que se vivimos.

Por eso, no nos sirve para restablecer nuestro bienestar interior y compartirlo; más bien es una búsqueda errática y compulsiva que no podemos detener. Con nuestros personajes a cuestas, mantenemos nuestra desconexión interior y consecuentemente permanecemos desconectados  de los demás.

Vivimos prisioneros dentro de nuestra propia coraza. Por eso esta gloria y esta autoafirmación nos sirven para funcionar con la armadura y el blindaje para afuera; pero por debajo encontramos la carencia, ese vacío existencial, esa herida primaria por no haber recibido- en mayor o menor medida- todo lo que necesitábamos cuando niños. Y aunque intentemos ocultarlo, malgastando nuestra energía vital, seguirá presente todo el tiempo, con la misma fuerza que ejercemos para ocultarlo.

Y aunque demos vueltas, ahí tendremos que llegar porque ahí también radica toda nuestra potencialidad.

El verdadero bienestar interior depende de sentir y comprender lo que nos pasó al comienzo de nuestras vidas, todo lo que fuimos, todo el deseo de amor y de bienestar que sentíamos y todo lo que nos faltó y fue reprimido. Es un viaje…que precisa de determinación, de acompañamiento y de la necesidad de conocer LA VERDAD como ordenador y generador de transparencia y fluidez interior. Es un fabuloso viaje, al encuentro y despliegue de nuestro verdadero SER.